
Un destino donde el agua conecta historia, desarrollo y experiencias únicas
El río Magdalena es mucho más que el afluente más importante de Colombia: es símbolo de vida, cultura y desarrollo. Con 1 540 kilómetros de recorrido, su cuenca abarca cerca del 25 % del territorio nacional, alberga al 77 % de la población del país y sostiene gran parte de la agricultura, la energía y la economía.
En Caldas, las subregiones Oriente y Magdalena Caldense hacen parte de esta gran hoya hidrográfica, aportando ríos, quebradas, cascadas y lagunas que son fuente de agua, energía y turismo. Sus afluentes —como el río La Miel o el río Samaná— son motores de vida para las comunidades, abasteciendo acueductos, irrigando cultivos y generando energía en proyectos como la central hidroeléctrica Miel I.
Pero además de su papel productivo, el Magdalena y sus afluentes son escenario de experiencias turísticas únicas que atraen a visitantes de todo el país:
- Deportes náuticos en el embalse Amaní (Norcasia) y en Bucamba (La Dorada): kayak, jet ski, recorridos en lancha y competencias acuáticas.
- Pesca artesanal y deportiva en lugares como la Charca de Guarinocito o la laguna de San Diego, que además enriquecen la gastronomía típica de la región.
- Turismo de aventura, con actividades como el balsaje en guadua por el río La Miel, el llanting (recorridos en neumáticos arrastrados por lancha) o el careteo (observación de especies acuáticas en aguas poco profundas).
- Baños naturales en cascadas y piscinas de agua cristalina rodeadas de bosques poco intervenidos.
Estos paisajes acuáticos, llenos de biodiversidad, son también espacios de cultura y tradición. Desde las comunidades que conviven con el río hasta las nuevas iniciativas de turismo sostenible, todo converge en un mensaje claro: el Magdalena es una cuenca posible si aprendemos a valorarla y cuidarla.
Una mirada cultural al Magdalena
La exposición “El Magdalena: una cuenca posible”, curada por Efraín Sánchez (Oxford) y presentada en la Biblioteca Luis Ángel Arango antes de iniciar su recorrido por varias ciudades, invita a comprender el río desde otra perspectiva: la de un sistema interconectado, complejo y frágil. Sus tensiones entre explotación económica y sostenibilidad ambiental nos llaman a la reflexión y a la acción cultural.
La muestra aborda tanto los aspectos físicos —como la historia geológica, los ecosistemas diversos y la biodiversidad—, como la geografía humana: poblamiento, explotación de recursos, comunicación e infraestructura, conflictos y defensas institucionales y comunitarias.
Además, resalta un mensaje clave: nuestros comportamientos culturales —el uso del agua y la energía, el manejo de residuos, la agricultura, la minería y la pesca— son determinantes para transformar el futuro de la cuenca.
Así, el río Magdalena no solo es un escenario de turismo y aventura en Caldas, sino también un patrimonio natural y cultural que nos invita a pensar en la sostenibilidad y en el papel que jugamos como cuidadores de su historia y su futuro.
Ven a descubrir el Magdalena Caldense
Visitar Caldas es adentrarse en el corazón del Magdalena y sus afluentes, un territorio donde el agua se convierte en paisaje, aventura y memoria. Cada río, cascada y laguna nos recuerda que el turismo no solo es disfrute, sino también responsabilidad con la naturaleza y las comunidades que viven en torno a ella.
Explorar el embalse Amaní en Norcasia, dejarse llevar por un balsaje en el río La Miel o disfrutar de la pesca artesanal en La Dorada son experiencias que nos conectan con la fuerza y la belleza de este gran río colombiano.
El Magdalena es un espejo de nuestra historia y un puente hacia el futuro. Viajar por Caldas con respeto y conciencia es sumarse a su cuidado y garantizar que esta cuenca posible siga siendo fuente de vida, cultura y alegría para las generaciones que vienen.
✨ Caldas te espera para que vivas el Magdalena con todos los sentidos.
