Ruta Amaranta

La ruta turística por los municipios caldenses de Belalcázar, Viterbo, San José, Risaralda y Anserma fue denominada “Amaranta”, un sonoro nombre que evoca a una mujer dulce, hospitalaria y mágica, asociada a la reconocida obra literaria Cien Años de Soledad y que describe perfectamente los atributos y experiencias que se pueden vivir en esta hermosa región.

El abundante patrimonio cultural; la riqueza natural; los deportes de aventura; la gastronomía tradicional; los colores de la arquitectura típica de la colonización y las estampas que ofrecen los miradores sobre un gran paisaje de montañas y valles, son los mejores recuerdos que el visitante se puede llevar después de este recorrido.

Atractivos como el Monumento a Cristo Rey en Belálcazar; el Túnel de los Samanes en Viterbo; los paisajes cafeteros de Anserma; los miradores y coloridos balcones de Risaralda y los mitos y leyendas que se cuentan en San José, son una oportunidad de progreso para los habitantes de los municipios ya que atraen a turistas nacionales y extranjeros.

Fortalecimiento de la ruta

Para avanzar en el desarrollo de la ruta turística, se invirtieron en el 2015 cerca de 2 mil millones de pesos provenientes del Sistema Nacional de Regalías y aportes de la Gobernación de Caldas y las administraciones de los cinco municipios.

El proyecto trabajó en el mejoramiento de la infraestructura hotelera, gastronómica y comercial de la zona.

También aportó al fortalecimiento de las expresiones artísticas y culturales propias y produjo una estrategia comercial con piezas publicitarias, video promocional y página web.

Según la coordinadora del proyecto Andrea Gallo Mafla, se valoró el potencial turístico de la zona y se llevaron a cabo las actividades con la participación de los gremios, las alcaldías, los prestadores de servicios turísticos y la comunidad.

“La idea es garantizar que no solo llegue un flujo importante de visitantes, sino que se lleven los mejores recuerdos de esta encantadora tierra”.

Viaje corto y placentero

Para llegar a la subregión bajo occidente de Caldas, se puede tomar la Troncal de Occidente que va de Manizales hacia Medellín, bordeando el cañón del río Cauca para llegar inicialmente al municipio de Risaralda y continuar la visita por la subregión. También se puede salir desde Pereira, vía La Virginia, atravesando el valle del río Risaralda e ingresar a la ruta por el municipio de Viterbo.

Cualquiera de las dos opciones permite un viaje corto y placentero, en el que se disfrutan mágicos paisajes y se encuentran servicios de alimentación, abastecimiento de combustible, hospedaje, centros recreativos y parajes para observar el río, así como la flora y fauna regional. Es un trayecto de unos 60 kilómetros hasta la primera cabecera urbana y las distancias entre los demás municipios oscilan entre los 18 y 25 kilómetros.

Es fácil realizar todo el recorrido en un día o dejarse atrapar y pasar más de una noche, en medio del Paisaje Cultural Cafetero, la hospitalidad de los caldenses y una temperatura promedio de 19 grados centígrados.

Riqueza natural

La economía de la subregión está basada principalmente en la producción agropecuaria. Se destacan productos como café, plátano, yuca panela, leche, pescado y carne bovina, por lo que los exploradores pueden conocer las faenas del campo e interactuar con los habitantes de la zona rural.

También el comercio, el turismo y las artesanías han ganado importancia en la economía y complementan la oferta para los turistas, quienes encuentran los servicios necesarios en salud, seguridad, alimentación y hospedaje para una estadía placentera.

Los más aventureros pueden practicar deportes  de aventura o simplemente vivir experiencias novedosas como vuelos en parapente, trekking de alta montaña o recorridos en bicicleta con diferentes grados de complejidad.

La gastronomía regional permite deleitarse con platos como la bandeja paisa, los chorizos y las arepas de chócolo, o tener un dulce placer probando kumis, suspiros, arroz con leche y dulces de frutas tropicales. En Amaranta son muchas las experiencias para vivir y contar.

Una sola ruta entre valles y montañas

Un solo día basta para respirar el aroma de café, la música, la gastronomía, las tradiciones y los paisajes del Bajo Occidente Caldense. Para que este recorrido sea inolvidable, los cinco municipios que componen esta subregión tienen en la mira consolidarse como una ruta turística en la que se entreteje todo lo que tienen para mostrar estas poblaciones caldenses.

Por ahora, al mismo tiempo que soplan vientos de integración, esta ruta por los cinco municipios del Bajo Occidente Caldense va tomando forma y se constituye en un bello recorrido por la esencia del Paisaje Cultural Cafetero, con una gama de variaciones de relieves y costumbres.

Anserma: desayuno de tradición

La seda se teje con aroma de café en “La Abuela de Caldas”, con 475 años de historia. Basta caminar un par de cuadras después de su amplia Plaza de Bolívar para llegar a la Plaza de Mercado. Allí, entre los frutos del campo, los tejidos de seda, el comercio y las voces de la gente, reluce una cafetería.

Se trata de La Siria, un lugar que, paralelo a los productos convencionales de panadería y bebidas, ofrece desayunos personalizados para que los clientes escojan su combinación favorita. Más allá de ser una cafetería convencional, actualmente se preocupan por la calidad del servicio para marcar la diferencia con los negocios tradicionales similares.

A unos cuantos metros de allí, Ángela María Zuluaga, del Comité de Turismo de Anserma y estudiante del diplomado, recomienda a los visitantes pasar por la Biblioteca Pública Municipal. Se trata de un edificio donde funcionaba la antigua Escuela Normal de Señoritas y que hoy en día es un repositorio cultural en el que se encuentra parte de esos 475 años de historia de Anserma.

Antes de continuar, vale la pena tomarse un tinto orgánico en el Café Anzeas. Es una empresa familiar  y en el aroma de su café se siente la pureza de su producción por medios ecológicos y libres de conservantes. Ahora sí, llegó la hora de viajar al siguiente destino.

Comapez: tecnología del campo

Antes de llegar a territorio de Viterbo, un restaurante campestre bordea la carretera en un claro del bosque. Luis Alberto Jaime Báez es su propietario y el sitio se llama Parador Comapez. Allí se ofrece una variedad de platos típicos, pero su fuerte es el pescado, que por cierto pasa del estanque al plato, conservando su frescura y sin procesos de refrigeración de por medio.

Luis Alberto es también estudiante del diplomado y tiene mucho que contar de su negocio. Es un emprendedor de pura cepa, que más allá de un servicio de restaurante, está consolidando un concepto en el que el turista puede ver cómo se cultivan los peces de manera tradicional y también con tecnología reciente que se puede ver en unos estanques especiales.

Comapez ofrece al cliente la posibilidad de pescar o escoger el pez de su preferencia. Esto se suma a la ambientación del lugar, pues el aire del campo y el color de la naturaleza se combinan con unas instalaciones bien pensadas para que el turista disfrute de la frescura del menú con la comodidad y el toque estilístico necesario para querer volver. Pero ahora, el camino sigue.

Viterbo: la calidez de una cultura

Los árboles samanes hacen la calle de honor al entrar a Viterbo. Cristian Pérez y Wilson Aleyser Escobar han ambientado el viaje con sus historias y datos sobre la región. Ambos son guías en dicho municipio, estudiantes del diplomado y grandes conocedores de su entorno.

Desde la entrada a Viterbo se respira cultura. Artistas nacidos allí han donado algunas obras de arte y las han ubicado entre los samanes. Hay ciclorruta y una foto allí es inevitable. Luego, en el parque central, una exposición pública de comics se convierte en un pretexto para recorrer el lugar. Cristian y Wilson invitan a los turistas a disponerse en círculo en el centro del parque para una corta dinámica antes de ir al ‘cielo de la música’ y de la cultura viterbeña.

Ese apelativo celeste es como el apellido de Cameloc. Se escribe con c, no se sabe si por accidente, pero resulta muy conveniente para distinguirlo del mítico lugar de la cultura britana.

En los muros de Cameloc se escribió la historia de Viterbo de la mano con los hechos y personajes de la cultura. Por dentro es un museo viviente con literatura, fotos, artefactos y música. Pero lo mejor es escuchar artistas jóvenes y mayores que les dan una serenata diurna a los turistas en plena calle, frente a Cameloc.

El día avanza y es hora de almorzar en el siguiente destino.

Belalcázar: un paisaje de brazos abiertos

El célebre monumento a Cristo Rey de Belálcazar es fiel réplica de sus habitantes. En efecto, Andrea Hurtado -otra estudiante del diplomado- recibe a sus visitantes con los brazos extendidos y un saludo fraternal. Es hora de almuerzo y al lado de la estatua de 45 metros de alto y cerca de 70 años de historia, hay un restaurante y cafetería con una impresionante vista.

Pocos pueden sucumbir a la tentación de un postre tradicional como es el arroz con leche, entre otros, que se ofrecen en este sitio. También es irresistible la vista al valle del río Risaralda y demás paisajes en los 360° que bordean el monumento a Cristo Rey.

Luego del almuerzo, viene bien un café o subir los 154 escalones que llevan a diversos niveles dentro del monumento, hasta su cabeza. El área verde alrededor de la base del Cristo es también un lugar ideal para un picnic.

La tarde avanza y el penúltimo municipio espera.

San José: el duende travieso de la montaña

Todo tipo de música se mezcla en la calle principal de San José. Particularmente los sábados, ya terminando el día de mercado, personas del municipio y de las veredas cercanas se relajan en las cafeterías, cantinas y bares de esta población.

En el sector de la iglesia reina el contraste: el templo, un bar contiguo y un monumento poco común. Parece la estatua de un niño, pero va retorciéndose y con un rostro de malicia. Es un duende y a partir de él varias historias se tejen sobre el municipio de San José.

Alberto Gutiérrez conoce muy bien esos relatos. Es un antioqueño enamorado de Caldas y residente de esta subregión. Cursa también el Diplomado en Gestión del Turismo Local y Regional y tiene la capacidad de hacer incluso que la gente baile alrededor del duende, con música alusiva a este personaje.

Comienza a oscurecer, pero antes de partir a la experiencia final del recorrido, había que probar el kumis tradicional de San José. El camino al siguiente municipio es corto y las luces entre las montañas son identificadas por Edier Sánchez, uno de los guías que explica qué poblaciones son.

Risaralda: un jardín de leyendas

El mirador en una de las entradas al municipio de Risaralda es el sitio indicado para sentarse y disfrutar del viento y las luces amarillas en la noche. Sin embargo, hay mucho que ver y se acaba el día. El plato fuerte espera y es una aventura oscura e inolvidable.

Inaplazable entrar al Centro Cultural y Educativo Angaska, una estructura en guadua que alberga museo, biblioteca, exposiciones, salones y una emisora. Allí se pueden apreciar las fotos con los momentos históricos más importantes de esta población donde culmina este recorrido de un día por el Bajo Occidente de Caldas.

Ya a oscuras, hay que atravesar una especia de patio escarpado de Angaska para llegar al Jardín Botánico. Edier es el guía para este recorrido y es otro de los estudiantes del diplomado. Pero de repente, deja de contar los detalles de su municipio, toca las puertas del jardín y deja que un monje haga el resto de la escalofriante ruta que sigue.

El monje lidera el recorrido de mitos y leyendas por el sendero del jardín botánico. Solo una lámpara antigua ilumina el paso del grupo de turistas y de paso alumbra también la imaginación en medio de la oscuridad.

A medida de que narra sus historias, figuras espectrales, ruidos, risas, gritos y objetos siniestros que caen de los árboles hacen que el grupo se una, se sujeten fuerte entre sí y se sorprenda al grado de gritar o correr. Duendes, brujas y espantos se apoderan del bosque y de los sentidos del turista, que al final aplaudirá incluso temblando el talento de los jóvenes actores de esta senda de cierre.

De esta manera culmina el recorrido de un día por los cinco municipios del Bajo Occidente Caldense. El diplomado en Gestión del Turismo Local y Regional que adelanta la Universidad de Caldas va dejando frutos, capacitando, gestionando y articulando el talento humano de estas poblaciones que -como muchas otras- a pesar de ser hermanas a veces se les dificulta pensar en un objetivo común.

Ese objetivo comienza a dibujarse claramente ahora y no queda más que esperar a que palpite cada vez ese corazón turístico que posee esta subregión caldense. Así que agéndese desde ya con su familia para uno, dos, tres o más días en esta ruta llena de café, tradición y paisajes imborrables.

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