Desde el año 2011 con la declaración que le hizo la UNESCO al Paisaje Cultural Cafetero como patrimonio de la humanidad, el turismo hacia los departamentos de Caldas, Quindío, Risaralda y norte del Valle en los Andes centrales colombianos, ha ganado en contenido e interés.
Los visitantes tanto nacionales como extranjeros han tenido la oportunidad de conocer cómo la caficultura es un estilo de vida en la región, no solo en el ámbito económico sino en el social y el cultural.
Las 141 mil hectáreas de territorio que obtuvieron la declaratoria, más las 207 mil hectáreas que son denominadas área de amortiguamiento, responden a particularidades que han unido la naturaleza, la economía y la cultura alrededor del café.
Ha sido evidente la adaptación excepcional del cultivo a las condiciones geográficas de montaña con suelos volcánicos en un clima tropical, así como el desarrollo de una fuerte institucionalidad cafetera que ha dado sostenibilidad y equilibrio a la actividad productiva. Todo esto acompañado de una tradición cultural que se ha heredado de generación en generación y que se evidencia en la arquitectura, la gastronomía, la música, la organización social y en la tenacidad y emprendimiento de la gente.
Manos campesinas
La calidad y suavidad única del café colombiano, proviene de las formas tradicionales en que se siembra, se recolecta el fruto, se despulpa, se seca y se tuesta.
Los cafeteros de la región en su mayoría son pequeños cultivadores que viven de sus parcelas. Plantan sus semillas bajo la sombra de árboles como nogales y guayacanes, entre matas de plátano, frutales y otros cultivos de pancoger aportándole colorido y belleza al paisaje cafetero.
Las tierras empinadas en las que se cultiva el café, obligan a sus recolectores a recoger el grano a mano, uno a uno del arbusto cuando se madura, aportándole calidad al producto.
Una vez recogido, continúa el proceso de despulpado, fermentado, lavado y secado, que se realiza en las mismas fincas, usando agua que proviene en algunos casos de nacimientos naturales, del Parque Nacional Natural Los Nevados o de los acueductos veredales, factores que le dan cualidades de aroma y sabor superiores a las de otros países productores de café.
Este grupo de productores campesinos también ha logrado consolidar un gremio fuerte. La Federación Nacional de Cafeteros los asocia en un modelo democrático único que les brinda asesoría técnica en la producción, les asegura un precio justo y estable, les garantiza los canales de comercialización e incursionar en la industria, además de generar investigación e innovación para el sector.
Ruta cafetera por Caldas
La experiencia turística que ofrece el departamento de Caldas a los visitantes atraídos por la excepcionalidad del Paisaje Cultural Cafetero, está marcada por la calidez de su gente y la riqueza de su cultura que se construyó alrededor del grano.
Las experiencias son variadas ya que se realizan conversaciones con campesinos cultivadores del grano en pequeñas parcelas; se participa en pruebas de calidad al grano; se hacen recorridos por Buencafé Liofilizado y se visitan los laboratorios de un centro de investigaciones del café.
En el recorrido se disfruta de un paisaje inigualable de verdes montañas, con plantaciones de café en ladera, biodiversidad única y arquitectura tradicional de casas hechas con bahareque, teja de barro y maderas de la región. Esto se asocia a la trova, las bandas musicales y pequeños poblados que encantan por la calidez de sus pobladores.
Los municipios de Manizales, Chinchiná y Palestina ubicados en el corazón del departamento de Caldas, con cortas distancias entre ellos, son la sede de importantes instituciones del gremio cafetero y son el escenario perfecto para disfrutar de la cultura del café.
Un recorrido sin igual
El proyecto de la Ruta Institucional del Café, propone un recorrido que inicia en las afueras de Manizales en el Recinto del Pensamiento, un lugar lleno de magia que reúne alrededor de un bosque de niebla, atractivos como el mariposario, el huerto de aromas, el pabellón de guadua, el bosque de orquídeas y el ritual del café, un sitio para reconocer los atributos del producto y distintas formas de prepararlo y disfrutarlo.
Puede incluir también la visita a una finca cafetera, y disfrutar de un almuerzo típico en una construcción abierta donde el bahareque, la guadua y las tejas de barro son protagonistas. El turista tendrá oportunidad de conocer de primera mano el proceso de siembra, recolección y beneficio del café, interactuando con el campesino cultivador y dueño de su parcela.
El desplazamiento puede continuar hacia el municipio de Chinchiná para ingresar a las instalaciones de CENICAFÉ – Centro de Investigaciones de la Federación Nacional de Cafeteros-, donde se estudia permanentemente el genoma del café, se realizan cambios genéticos, se estudian sus enfermedades y plagas y se formulan buenas práctica agrológicas.
Esta ruta conducirá los turistas hacia el sector conocido como Alto de la Mina, el cual ofrece una hermosa vista del Paisaje Cutural Cafetero para después llegar a Buencafé Liofilizado y recorrer sus instalaciones.
Finalmente, los turistas pueden ser invitados a conocer las instalaciones de la Cooperativa de Caficultores y su puesto de compra de café pergamino; allí el visitante podrá apreciar el análisis de calidad y después observar la trilla del grano de donde se obtiene el café excelso o verde tipo exportación.
Paisaje cafetero en Villamaría
Un recorrido por el Paisaje Cultural Cafetero en Caldas que ya se encuentra en etapas finales de planeación, es conocido como la Ruta del Cóndor en Villamaría, cerca al Parque Nacional Natural Los Nevados.
La Ruta del cóndor ofrece a los turistas dos alternativas: la primera recorre las veredas cafeteras y la segunda busca el avistamiento del cóndor de los Andes en la zona más fría.
Si se toma la primera opción, el viaje inicia a 13 kilómetros del casco urbano de Villamaría en la vereda Llanitos, donde se encuentra además de los cultivos de café, una despensa agrícola rica en cultivos de frutas, verduras y hortalizas.
Luego se avanza a la vereda Río Claro, ubicada en las estribaciones del río del mismo nombre, donde los vestigios de la presencia del ferrocarril a principios del siglo XX aún son fuente de diversión e historias. Hoy se levanta en la zona poblada un santuario en homenaje a la Virgen de Guadalupe.
Desde allí se parte hacia la vereda Nueva Primavera; sus habitantes dedicados a la caficultura hacen gala de la tenacidad y el trabajo comunitario que les permitió renacer después de haber sido afectados en los años 80 por la erupción del Volcán Nevado del Ruiz.
Finalmente, en la vereda San Julián sobre la vía que lleva a Chinchiná, se contempla una hermosa panorámica sobre la zona urbana de Villamaría. Son las mujeres recolectoras de café las que dan vida y belleza a un paisaje propicio para el avistamiento de aves.
Tras el cóndor
La segunda alternativa que busca el avistamiento del cóndor recorre las veredas Papayal, Agrícola La Paz, La Guyana y Santo Domingo, cerca a los nevados del Ruiz, Santa Isabel y del Tolima. En Papayal a 14 kilómetros de Villamaría, el agua es generosa, pues ríos y quebradas como Molino, La India, Las Brujas, Barro Azul y Marmato, ofrecen múltiples actividades para los turistas.
El recorrido conduce a las veredas Agrícola La Paz y La Guyana donde el visitante encuentra una variada oferta gastronómica: antipasto agridulce, pasta de tomate, arequipe, queso y yogurt hecho artesanalmente.
El paseo culmina en la vereda Santo Domingo, rodeada por río Claro y las quebradas La India, El Parnaso y Santo Domingo en medio de cultivos de frutas y hortalizas. Avistar la emblemática ave reina de los Andes es cotidiano en esta vereda.
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