Por: Carolina Giraldo Caicedo
Comunicadora Social
Mires para donde mires en Manizales, muy probablemente encontrarás una loma; si es así, seguramente podrás disfrutar de una vista y hacerla tuya. Y es que los fundadores de esta ciudad también provenían de la montaña, de hecho uno de sus primeros asentamientos fue el barrio Chipre, mirador por excelencia de Manizales, desde donde se contempla toda la majestuosidad de la cordillera Occidental y el cañón del río Cauca. Acertado y brillante estuvo el poeta chileno Pablo Neruda, cuando exclamó que esta ciudad es una “Fábrica de Atardeceres”.
La otra cara de la Manizales, la que asciende hacia la cordillera central de Los Andes, materializa su punto más alto en la imponencia del Volcán Nevado del Ruiz, que también forma parte sin dudarlo de su ADN. A veces blanco, a veces con sus cumbres grises, es parte magnífica de la escenografía de la ciudad, aparece inmenso, como un hito o un vigía que nos recuerda sobre la altura y el frío y también sobre la belleza indomablede la naturaleza; él ocasionó en 1985 la mayor catástrofe natural de Colombia. Simiente
Como quien escala una cumbre y se sienta a contemplar luego con asombro y satisfacción el camino transitado, así debieron haber sentido los colonizadores cuando se establecieron en este suelo como trofeo. El punto más alto de Chipre rinde homenaje a estos patriarcas: la épica que exalta el nativo maestro Guillermo Vallejo en el Monumento a Los Colonizadores, es la semblanza de una epopeya criolla donde fulgura la tenacidad y la determinación, la fortaleza del hombre pero también la de la bestia: fueron las recuas de mulas y bueyes las que cargaron sobre sus lomos mucho de lo que le permitió ser a esta una ciudad.
Ciertamente, la familia y el café también están en la base del ADN caldense y manizaleño, pues ambos moldearon de forma determinante el pulso de su desarrollo. Mientras en gran parte de Colombia predominaba el latifundio, en el Eje Cafetero lo hacía la mediana propiedad, campesina y familiar. El café, por su parte, se convirtió en el producto por excelencia de los colonos y para las primeras décadas del siglo 20 se había convertido en la base de la economía nacional.
Como el dólar de la buena suerte, el café prendió espléndidamente en una tierra que aunque fértil, no hacía fácil la explotación a gran escala de cualquier producto agrícola. La decisión de la UNESCO de incluir en la lista de Patrimonio Mundial al Paisaje Cultural Cafetero, en 2011, obedece al reconocimiento de este caso excepcional: el de la adaptación humana a las difíciles condiciones geográficas sobre las que se desarrolló la caficultura
Símbolos de Progreso
Símbolos de Progreso
Manizales ha sido una ciudad y un pueblo a la vez, ha sido progresista económicamente y conservadora en su moral. La Torre del Cable es un símbolo de la economía cafetera y la topografía, además de un ícono de la ciudad. En su momento fue el sistema de transporte por cable más largo del mundo, a través de él se movilizaron miles de toneladas de café y pasajeros. Una carga se demoraba entonces 10 días para llegar hasta el puerto de Honda; con el cable sólo 10 horas. La simiente de este transporte perduró y la ciudad inauguró, en 2009, el cable urbano para pasajeros.
Experimentar Manizales a través de su arquitectura es un placer. Las casas del centro se caracterizan por sus patios centrales, puertas y balcones; debido a las lomas, las construcciones se subdivide en tres tipos de vivienda: los bajos, los medios y los altos. En las zonas rurales se conservan los techos de teja de barro, los colores rojo y verde en las fachadas y corredores que dan vuelta a la construcción.
En general la mayoría de los barrios están emplazados sobre empinadas colinas: la bajada por el Barrio Fátima hasta la terminal de transporte terrestre Los Cámbulos ejemplifica a la perfección lo que significa bajar o subir por una loma de esta ciudad; bien dicen por ahí que el que maneja en esta ciudad, maneja en cualquier parte del mundo.
Urbana o rural, la arquitectura de la región se basó en el uso de la guadua y el bahareque, lo cual expuso a Manizales a ser presa fácil del fuego. Tres incendios consumieron gran parte de su centro histórico, incluyendo su antigua catedral; pero la ciudad se levantó siempre impulsada por la tenacidad de su gente y su economía.
La imponencia de la Catedral Basílica, de estilo gótico tardío, refleja su ferviente espíritu católico. Desde su último incendio se erigieron muchas construcciones de tipo republicano: la Casa Estrada, el Edificio Saenz, la Gobernación de Caldas, ubicados todos en el centro de la ciudad. El Palacio de Bellas Artes fue construido exclusivamente para tal fin entre 1943 y 1951. El Teatro Fundadores fue en su momento uno de los más vanguardistas de Latinoamérica.
De la arquitectura moderna se destaca La Biblioteca del Banco de la República, el Centro Cultural Rogelio Salmona de la Universidad de Caldas y el Recinto del Pensamiento del arquitecto Simón Vélez, reconocido internacionalmente por sus construcciones en guadua.
Su imponente plaza de toros evidencia que hasta la actualidad es epicentro de una reconocida afición taurina. La Feria de Manizales es la celebración más importante de la ciudad y quedó inmortalizada en el pasodoble que canta: “Ay Manizales del Alma”. Durante la segunda semana de enero, la ciudad celebra y evoca sus reminiscencias costumbristas: el campesino, el aguardiente y la familia. Otra de sus celebraciones icónicas es el Festival Internacional de Teatro que consagró a la ciudad como una meca del teatro en América, trayendo como jurados o asistentes, entre otros, a Pablo Neruda, Ernesto Sábato y Mario Vargas Llosa.
Ciudad culta
Manizales es catalogada como la ciudad universitaria de Colombia pues posee una importante población estudiantil. Además, Caldas fue en 2018 el tercer departamento más competitivo de Colombia, sólo superado por Bogotá D. C. y Antioquia. La ciudad es considerada además como la ciudad màs satisfactoria para vivir del país, según la encuesta de percepción ciudadana realizada por la Red Colombiana de Ciudades Cómo Vamos.
Observándola te darás cuenta que es limpia y ordenada, que sus habitantes son personas educadas, con un fuerte sentido de identidad y pertenencia. En Colombia se la conoce como la “Ciudad de la Puertas Abiertas” por la cordialidad de sus habitantes. Es una ciudad fácil en cuanto a movilidad, porque los trayectos son cortos y rápidos. Posee modernos centros comerciales y una gastronomía diversa y al alcance de todos los bolsillos.
“Manizales, beso tu nombre, que significa juventud”, reza su himno, pues como la juventud, es bella, alegre, dotada de dones e inocencia; Manizales, aunque ciudad, conserva la sencillez y el asombro… ¿Un plan aquí?; caminarla sencillamente, baja y sube a través de ella y encuentra muchos horizontes. Finalmente, para ser una urbe, es digno de agradecer que aun puedas ver el verde después del asfalto, ahí, al alcance de tu mirada.