La Identidad Caldense: nuestra diversidad, su principal riqueza

Foto: Wladimir Giraldo

Por: Albeiro Valencia Llano

Nuestro departamento es un gigantesco crisol de etnias y culturas donde se forjó la identidad. No podemos entender lo que hoy somos sin comprender el complejo mestizaje cultural de la región,  que arranca desde la llegada de los europeos en el siglo XVI y se enriquece con los aportes de los esclavos africanos, durante el período colonial.

Más tarde, con las guerras de independencia y con el nacimiento de la república, hay nuevos aportes culturales: la llegada de colonos antioqueños, caucanos y tolimenses, que contribuyeron con su trabajo a conformar la región. Finalmente, a principios del siglo XX, grupos de colonos cundiboyacenses, asentados en las tierras frías, continuaron el afán colonizador.

Hoy subsisten numerosos elementos culturales, del lejano pasado, que viven en el presente como un legado y se resisten a morir; el ejemplo más claro se evidencia en las comunidades indígenas. De acuerdo con lo anterior el departamento de Caldas está integrado por diversas culturas.

1.      Hacen presencia en la región algunos resguardos indígenas ubicados, fundamentalmente, en los municipios de Riosucio y Supía. Estas comunidades descienden de los cacicazgos ansermas (señores de la sal) quienes se especializaron en el laboreo del oro y en la explotación y comercio de la sal. Aunque han perdido parte de su herencia cultural, por los contactos con los demás grupos sociales, luchan por conservar sus tradiciones y costumbres y aún poseen una gran riqueza cultural: tradición oral, artes populares, alimentación, creencias, mitos, música, danzas y medicina tradicional.

Hitos culturales

2.       Los españoles fundaron varias ciudades para imponer el sistema colonial. Así, surgieron las poblaciones de Anserma (1539), Arma (1542) y Nuestra Señora de la Victoria (1557). Con el ánimo de impulsar la explotación del oro organizaron resguardos indígenas, introdujeron esclavos de África y animaron el nacimiento de otras villas y pueblos.  De este modo florecieron Supía, Marmato, Quiebralomo y Riosucio; se produjo un fuerte mestizaje étnico y cultural.

3.      Desde 1800 se presentó un vertiginoso proceso colonizador que venía de Antioquia, pasaba por Arma y fue fundando poblaciones hacia el sur: Aguadas, Pácora, Salamina, La Merced, Filadelfia, Aranzazu, Neira, Manizales, Villamaría, Chinchiná y Palestina. Terminando el siglo XIX llegaron nuevas avanzadas hacia Anserma, Risaralda, San José, Belalcázar y Viterbo. Numerosos colonos aprovecharon el desorden producido por las guerras de independencia, entre 1810 y 1820 y se internaron en los bosques para organizar fincas y fundar colonias o aldeas.

Lentamente, y durante todo el siglo XIX, fue apareciendo la cultura de la colonización, que se caracteriza por una peculiar metodología en el proceso para tumbar el bosque, organizar el bosque de vara en tierra y el terruño o la parcela familiar. La finquita tenía las siguientes unidades agrícolas: la roza (cultivo de maíz y fríjol), la sementera (lote con caña de azúcar, plátano, yuca y café) y la huerta (un pequeño lote con plantas medicinales y de aliño). Además  no podían faltar el gallinero, el cerdo criollo y el trapiche panelero. La guadua y el  arboloco fueron pilares fundamentales en la casa campesina y en los pueblos.

4.       La colonización en el oriente (Marquetalia, Manzanares, Pensilvania y Marulanda) y en el llamado Magdalena caldense (La Dorada, Victoria, Samaná y Norcasia) recibió el empuje de campesinos que se desplazaron desde Antioquia y Tolima. Aquí el proceso se caracteriza por la lentitud de la colonización y de la fundación de aldeas y pueblos, debido a la lejanía y  a los obstáculos del medio; gran parte del territorio era cálido, malsano e inhóspito.

Esta rápida mirada a la historia de la región muestra la riqueza cultural de las diversas zonas y se puede concluir que muchos aspectos del presente están condicionados por el pasado. Se debe  tener en cuenta que el departamento de Caldas se fue conformando durante un largo período; pero, además, se conjugaron muchos factores económicos, políticos y culturales y se presentaron  abundantes conflictos sociales, para la formación de esta nueva región.

Este  territorio es patrimonio histórico, cultural y natural, y el patrimonio tiene un sentido integrador, contribuye a construir identidad, comunidad y desarrollo. La diversidad es nuestra mayor riqueza.

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