PLAZA DE TOROS
DE MANIZALES

Avenida Centenario Carrera 27 Calle 10

Declarada Bien de Interés Cultural Municipal en Decreto No. 0250 del 26 de septiembre de 2003

Símbolo de una época

La Plaza de Toros de Manizales es el símbolo de una época en la que la tauromaquia era parte del paisaje cultural local. Su construcción inició en 1948, gracias al entusiasmo de un grupo de aficionados liderados por Jesús María Bermúdez, con el respaldo del periodista Miguel Villegas y la colaboración de nombres como Hernando Laserna, Julio Arias, José Manuel Hoyos y Ángel Mejía. El 27 de septiembre de 1945, se había conformado oficialmente la sociedad Plaza de Toros de Manizales mediante escritura pública No. 1234, firmada por distinguidos ciudadanos que años más tarde transferirían sus acciones a la Cruz Roja Seccional Caldas, su actual propietaria.

La obra fue posible gracias a la participación de numerosos actores locales, entre ellos los constructores Óscar Hoyos Botero, Vicente Gutiérrez, Pantaleón Gonzales, Antonio Cuartas y José Restrepo, quienes, junto con la empresa Robledo y Borrero, entregaron la plaza el 23 de diciembre de 1951. Ese mismo día se realizó la primera corrida oficial, en medio de una ciudad que veía materializado un sueño colectivo.

Inspirada en la plaza de toros de Córdoba, España —conocida como “Los Califas”—, la Plaza de Toros de Manizales conserva elementos arquitectónicos similares, como los balcones y detalles del redondel, aunque la española presenta una forma totalmente circular. Así nació una edificación que simboliza la tradición taurina y representa una obra de arquitectura popular soñada en comunidad.

Tradición que dio origen a la Feria de Manizales

La Plaza de Toros de Manizales, es reconocida por la calidad de sus espectáculos y la pasión de su afición. Desde su inauguración en 1951, el escenario se consolidó como un punto de encuentro para los amantes del arte taurino. Aquel día, más de 7 mi personas colmaron la plaza, una cifra sorprendente si se considera que la población del municipio no superaba los 20 mil habitantes. Fue una celebración que coincidió con los festejos del Centenario de la ciudad y marcó el inicio de una tradición profundamente arraigada.

La feria taurina, fue el primer paso para el surgimiento de la Feria de Manizales, que aunque fue  institucionalizada por decreto en 1952 fue hasta 1954 cuando, tras un viaje a la Feria de Sevilla, un grupo de manizaleños —entre ellos Óscar Hoyos Botero, Roberto Cardona, Ignacio Escobar Uribe y Marielita Calle Londoño— regresó inspirado por la fiesta andaluza y propuso replicar su espíritu festivo, colorido y cultural en la ciudad. La propuesta fue acogida con entusiasmo, dado que desde principios del siglo XX, Manizales ya mostraba afinidad con la cultura española, especialmente por la influencia de las comunidades religiosas en la educación y la vida cultural.

Se conformó la Junta de la Feria Anual y desde ese momento se suman más de 65 ediciones de la Feria de Manizales, con una programación que incluye desfiles, reinado, exposiciones y espectáculos artísticos. La Feria de Manizales es hoy una manifestación viva del alma festiva de la ciudad y un motor cultural que proyecta a Manizales ante el mundo.

Una obra monumental

La Plaza de Toros de Manizales, conocida como La Monumental, es también un reflejo del carácter y la identidad de la ciudad. Allí se han desarrollan espectáculos taurinos y cada vez más frecuentemente eventos culturales, conciertos y actos cívicos. Además tiene un fuerte componente social, pues su propietaria, la Cruz Roja, destina los recursos generados a programas de salud y atención social.

La plaza está construida sobre una hondonada natural, lo que permitió que gran parte de su estructura —especialmente la gradería— se adaptara a la forma del terreno. De esta manera, la mayoría del ruedo y las gradas descansan directamente sobre el suelo, mientras que una parte se apoya en tierra traída y sostenida por dos grandes muros de contención. Esta solución permitió levantar una plaza amplia, sólida y con visibilidad desde todos los puntos.

Su diseño sigue la forma tradicional del redondel. Cuenta con arcos de medio punto en sus entradas, que apoyan sobre columnas con capiteles , y cada nave esta coronada por balcones con tres arcos más. En el interior se distribuyen dos balcones de sombra, dos de sol, dos tendidos de sombra y dos de sol. Los detalles como los portones rojos, faroles, escalinatas en ladrillo y los balcones embellecen la edificación y lo hacen más acogedor.

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