Santuario Nuestra Señora de Fátima

Calle 65 No 32-04
Declarada Bien de Interés Cultural Municipal en Decreto No. 0257 del 26 de septiembre de 2003

Un proyecto comunitario y pastoral

El presbítero italiano Gerardo Bottacin Vanzetto llegó a Manizales en 1956 con el firme propósito de construir un santuario en honor a la Virgen. En 1957, con la ayuda de la comunidad del barrio Fátima, inició la explanación de una meseta, donde durante 70 días los habitantes trabajaron colectivamente para rebajar el terreno en 26 metros y preparar el lote.

La primera piedra fue bendecida en 1961 con el respaldo de la comunidad religiosa de los Misioneros de La Consolata. En 1972 comenzaron oficialmente las obras, lideradas por el padre Bottacin, quien no solo fue párroco del sector, sino también autor del diseño arquitectónico y gestor del proyecto. Tras años de esfuerzo y colaboración comunitaria, el templo fue inaugurado y consagrado como Santuario en 1986 por el arzobispo de Manizales, monseñor José de Jesús Pimiento.

Mezcla armónica de estilos

Este santuario, hoy considerado un bien de interés cultural del nivel municipal, se destaca por su estilo paleocristiano, que se entiende como el reflejo del deseo de difundir el cristianismo. Su diseño fusiona elementos tradicionales como el arte románico y el gótico con un lenguaje arquitectónico moderno.

De nave única, su estructura culmina en una aguja gótica coronada por una escultura de la “Theo Tokos” (Madre de Dios, en griego), realizada por el artista italiano Romano Vio, profesor de la Academia de Bellas Artes de Venecia. 

Esta imagen, dedicada a la patrona del barrio, se ha convertido en uno de los íconos del sector. El interior del templo es sobrio y sereno, decorado con mosaicos e imágenes religiosas que respetan una estética sin excesos. Además, el Santuario cuenta una pequeña capilla cercana a la entrada, donde se mantiene el Santísimo Sacramento en exposición permanente.

Un referente urbano
y espiritual

El Santuario Nuestra Señora de Fátima se erige como un punto de referencia en la comuna Universitaria de Manizales, no solo por su ubicación privilegiada en lo alto de una colina, sino también por su singular volumetría, sus cubiertas de gran inclinación, son elementos que destacan en el paisaje urbano de la ciudad.

Además de su valor arquitectónico, es un símbolo del esfuerzo colectivo de la comunidad de Fátima. Sus habitantes participaron activamente en la construcción, mediante trabajo físico, festivales y ventas comestibles para recaudar fondos. El liderazgo del padre Bottacin fue tan significativo que en 1997 se instaló un busto en su honor dentro del Santuario. Así, el templo representa no solo un espacio de fe, sino también un testimonio de unión, memoria y patrimonio para Manizales.

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