El occidente alto caldense es una muestra evidente de la vitalidad que poseen nuestros antepasados que marcan nuestras historias, danzas, costumbres, festividades y el color de nuestra piel que inevitablemente habla de nuestros origenes.
El departamento de Caldas posee una cultura formada por diferentes manifestaciones étnicas, históricas y folclóricas que convergen para la consolidación de la identidad regional. Las raíces africanas, españolas y europeas de los siglos XVI y XVII relacionadas con las tradiciones antioqueñas y caucanas del siglo XVIII arraigadas con las condiciones geográficas de la montaña andina y la producción de café, dieron como resultado una cultura rica y diversa que puede ser ofrecida al turista desde lo arquitectónico, lo artístico, lo gastronómico o lo folclórico .
El occidente alto caldense es una muestra evidente de la vitalidad que poseen nuestros antepasados que marcan nuestras historias, danzas, costumbres, festividades y el color de nuestra piel que inevitablemente habla de nuestros orígenes. Grupos indígenas y afrocolombianos tienen sus asentamientos en la región del occidente alto, en Riosucio se encuentran los resguardos indígenas de Nuestra Señora de la Candelaria de La Montaña, Cañamomo y Lomaprieta, Escopetera y Pirsa, y San Lorenzo, en Filadelfia se encuentra la parcialidad indígena de La Soledad, en Supía la comunidad afrocolombiana El Guamal y el municipio de Marmato reúne la mayor concentración de comunidad negra en el departamento.
Comunidades con Arraigo
En los resguardos indígenas se conservan ritos ancestrales como el Velorio del Angelito, dentro del cual hay dos danzas: El Son de las Vacas, baile de conjuro contra los duendes, y El Baile de los Angelitos, para ayudar al niño a subir al cielo. Son comunes, además, las creencias en espíritus buenos y malos, la existencia de brujas que hacen daño a las personas y en hechizos y bebedizos. En cuanto al folclor es de resaltar la riqueza musical representada en instrumentos de cuerda como el violín aculturado, la bandola y el tiple, la multiplicidad de chirimías y grupos de danzas, la elaboración de artesanías en caña brava o guasca de plátano y los productos alimenticios hechos a base de maíz, yuca o panela como los chiquichoques, “nalgas de ángel”, bizcochos, bizcochuelos, empanadas, arepas, hogagatos, envueltos, arepas de chócolo, pandequeso montañero, natilla, entre otras.
Un Espíritu Festivo
La vitalidad de las raíces también se manifiesta en las festividades que se realizan en está subregión, eventos de carácter popular, llenos de colorido, música propia, danzas tradicionales y cargadas de simbología regional. La más importante es sin duda El Carnaval de Riosucio que reúne raíces del resguardo de La Montaña con los cultos indígenas al Padre Sol y a la Madre Tierra y de Quiebralomo en su Fiesta de los Santos Reyes Magos costumbre traída por los españoles.
El Encuentro de la Palabra en Riosucio y ‘Encuentro de Escritores e Historiadores” en Filadelfia hacen culto a las letras; por su parte las Fiestas de la Colación en Supía y del Bizcochuelo en Filadelfia homenajean la gastronomía, los Juegos Deportivos Regionales reúnen en Filadelfia a los caldenses alrededor del deporte y la recreación y las Fiestas del Oro y El Barequero en Marmato alborozan el espíritu festivo y bullanguero de sus pobladores.
Vestigios que perduran
Por su parte, los afrocolombianos conservan como principal actividad económica la extracción de oro de las minas existentes en el cerro de Marmato y el barequeo del metal en el río Cauca por parte de los habitantes de La Merced, Supía, Filadelfia y Marmato. Es costumbre tomar guarapo, comer dulces derivados de la panela, usar plantas para el tratamiento de enfermedades y danzar al lado de la Pascuala, una mujer de curvas perfectas que baila currulao.
Es posible en el recorrido por la subregión apreciar las diversas inscripciones petroglíficas heredadas de la cultura Umbra que muestran figuras zoomorfas y antropomorfas y que se han conservado por varios siglos; visitar sitios como Pueblo Viejo y el Puente de las Estancias en Riosucio, la quebrada Calentaderos y el río Pozo en La Merced, Piedra Cueva, el Polvorín y San Juan en Marmato que conservan características y vestigios de la época de la Colonia y la Conquista.